domingo, 18 de septiembre de 2016

Algunas cuestiones de la relación madre/hija dentro del Patriarcado, lo personal es político


La relación madre/hija
 En tantos años de consultorio, en mi experiencia como psicoterapeuta familiar,  la relación más dañada, profundamente dañada  es la relación madre/hija. La gran herida en la hija, es la madre del Patriarcado.
La niña aprende de su madre a contemplarse a si misma a través de la mirada del hombre”
“El hecho de que la niña viva la relación con las mujeres sólo a través del hombre, con esta especie de filtro que hay entre ella y la madre, es la razón más profunda de la división que encontramos entre una mujer y otra mujer; las mujeres estamos divididas en nuestra historia desde siempre, no sólo porque cada una de nosotras está unida socialmente a su propio marido, a los hijos –este es el aspecto visible de la separación-, la división se da a un nivel más profundo, al no conseguir mirarnos la una a la otra, al no ser capaces de contemplar nuestro cuerpo sin tener siempre presente la mirada del hombre.”
Lea Melandri
Es necesario hacer conciente  esta  triangulación vincular, por la cual las mujeres quedamos invisibilizadas, rivalizando, compitiendo, enfrentadas, roto el vínculo de esa simbiosis inicial de la vida, que es la relación madre-hija por la mirada masculina patriarcal.
Según  Casilda Rodrigañez  Bustos, a partir de la reinterpretación de la fábula de Edipo de Sófocles, personaje que encarna una auténtica tragedia.
“Edipo fue estigmatizado antes de nacer; la mujer que le gestó y que le parió, no deseó su vida sino su muerte, promocionando el paradigma de la mujer patriarcal que, dentro de la institución del matrimonio, debe sacrificarlo todo, incluídos los propios hijos, por el padre. El deseo de vida, de generar la vida y de proteger a las generaciones, propio de la maternidad, cede ante la ley, según la cual, la vida debe mutilarse para someterse a la empresa del Poder y a aquellos que lo encarnan”
 La autora nombra y conceptualiza como  “matricidio” y “fratricidio”,  la evidencia  del daño en el corazón de nuestros vínculos, las madres atentando contra sus hij@s, y las hermanas atentando y confrontando entre sí .
Según Mary Daly  en “Gin-Ecología”:“Cegadas y des-alentadas por estas ataduras mentales, las hijas sienten enojo por la impotencia de sus madres ante el dominio patriarcal. Y sin embargo, el tirón hacia la madre siempre está presente: la hija la busca por doquiera. Deméter y Perséfone se buscan una a otra en todos los sitios equivocados, en rostros extraños y, lo más trágico de todo, en el varón . Las hijas buscan la madre perdida en sustitutos masculinos, volviéndose hacia ellos en busca de la divina chispa de estímulo que ellos no poseen ni pueden dar , ya que es la legítima herencia de nuestro propio género”                                                                        
El rol materno, tan dañado y tan sufrido por todas, este rechazo activo a ese modelo de mujer. Modelo que se despliega en una multiplicidad de subtipos,  en un abanico que va desde la sumisión, esa madre que sólo tiene ojos para el padre, en desmedro de sus hijos, a la  madre abnegada, la madre incondicional, que renuncia y posterga en todo por el bienestar de su familia. El prototipo de la víctima, la madre enferma que responsabiliza a todos por su infelicidad. En el otro extremo del abanico, la madre violenta, modelo que se observa también en  el arquetipo de la madre oscura de  los cuentos de hadas : la madrastra, la bruja, o maléfica.
En síntesis, es la madre que reproduce los valores de una cultura misógina, que reprime, condena, mutila, excluye, abandona y desprecia  a sus hijas mujeres. Madres que avalan en complicidad  las violencias y abusos masculinos. Hijas que ya no denuncian a sus padres sino a ellas, porque no se pudieron defender a si mismas, ni las pudieron defender. Hijas que heredan de sus madres una herida que imprimirá varias generaciones de mujeres. Madres entregadoras, represoras, violentas también…
Con estas malformaciones  del rol materno, evidentemente las hijas adultas  llegado el momento de la asunción de su propia maternidad, la  biología responde como puede , sus cuerpos rechazan la asunción de un rol  repudiado, y maldito . Ser madre se traduce en una serie de claudicaciones, condenas y  representa en muchos casos renunciar, incluso atentar subjetivamente contra la vida del hijo y la propia. No puedo dejar de mencionar esta problemática, ya que luego se traduce tanto en sintomatología ginecológica,  infertilidad y en muerte intrauterina.
Mi tarea  central como terapeuta ha sido  ayudar a construir una mirada comprensiva y compasiva hacia  esas mujeres, nuestras  madres, para entender los avatares de un tiempo histórico, donde se vieron forzadas por supervivencia, por adaptación, por ignorancia a reproducir las aberraciones de las cuales fueron víctimas también.  Sólo una mirada desde la aceptación y el perdón nos va a permitir reconciliarnos con lo que nuestras madres han podido, con la tragedia que les tocó vivir.

 “ Hay un  vacío que sienten las  mujeres de este tiempo, de esta cultura; un vacío que las hace sospechar que su naturaleza femenina, al igual que Perséfone, se ha ido al infierno. Ese vacío femenino no ha de curarse en conjunción con lo masculino,  sino por una integración de si misma, por reunificar el cuerpo madre/hija.”          
           Eleonor  Hall “La luna y la vírgen”

Más que desafío, una verdadera  proeza  para  las nuevas generaciones, mucho por  sanar, si es que nosotras les abrimos el camino,  Este es nuestro  legado: un despertar de conciencia, un camino de re-construcción, de revalorización, hacia una Nueva Conciencia Femenina.

Lo personal es político
 S. Freud, médico neurólogo austríaco ( 1856-1939)  le debe la conceptualización del Psicoanálisis, a esas mujeres , que él llamó histéricas, que no encontraban otra manera de expresarse, que no fuera manifestar en sus cuerpos, cegueras histéricas, parálisis histéricas, y toda una vasta sintomatología que intentaba mostrar el grito ahogado del derecho a una identidad, a ser reconocidas por una cultura que el mismo Freud definió como “ falo céntrica”, con el tiempo la sociología y la antropología definieran  como Patriarcado.
“Es necesario reconstruir la contradicción hombre-mujer a partir de la negación del cuerpo de la mujer, y por tanto lo que en psicoanálisis tradicional aparece como el problema de la enfermedad, de neurosis, desadaptación, etc, se convierte en una contradicción material. La mujer se encuentra desde el principio sin una forma propia de existir, como si el existir de la mujer se hallase ya incluído en una forma de existencia (mujer, madre, hija) que la niegan en cuanto mujer. Ser madre significa existir y usar el propio cuerpo en función de un hombre, y por lo tanto una vez más, carecer de sentido y del valor de la propia existencia en todos los niveles. Esta negación de si misma es interiorizada a niveles tan profundos que es como si las mujeres a lo largo de su historia no hiciesen más que repetir esta experiencia de la autodestrucción. Por eso, el discurso sobre la violencia masculina, sobre la vejación, la dominación, los privilegios, etc. Seguirá siendo un discurso abstracto si no se tiene en cuenta el aspecto interiorizado de la violencia, la violencia como negación de la propia existencia. La negación de si misma empieza a funcionar desde el nacimiento, a partir de la primera relación con la madre, donde la madre no está presente como mujer con su cuerpo de mujer, sino que está allí como mujer del hombre, para el hombre…”
Lea Meandri

La raíz de todas las enfermedades, padecimientos, y sintomatologías de una mujer radica fundamentalmente en poner en primer lugar las necesidades de los demás, y por último las propias.  La identidad fundada en “ser-para-otros”, en vez de “ser-para-si”, es la clave para comprender la gran herida histórica de la mujer  como herencia cultural del Orden Patriarcal.
Asumir algunas de estas cuestiones, en el enfoque del duelo gestacional,  es avanzar de  una posición  aparentemente personal  y subjetiva, hacia   una posición  absolutamente  social y política. De aquí deviene la afirmación “lo personal es político”.

 “La espiritualidad y el activismo deben ir de la mano, pues el Espíritu y la Naturaleza son indisociables”   

                                                                    “Starhawk”



2 comentarios:

  1. Muy interesante y justo aquí radica nuestra labor como despertadores de conciencia femenina. Re-unir todas las facetas femeninas sin condicionamientos, empezando a usar la mirada hacia adentro para buscar allí las respuestas. NO esperar la aceptación desde el afuera, nuestro cuerpo debiera ser la foto de nuestro SER. Gracias Ma. Andrea por abrir caminos....

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    1. Que hermoso Lilia, es nuestra tarea, reintegrar nuestros cuerpos, una mirada hacia nosotras mismas, no mediatizada por la mirada masculina, vernos con ojos amorosos, compasivos, vernos desde el Ser... el alma, el brillo de nuestra esencia espiritual... que nuestros cuerpos sean un templo, un santuario... de paz, de belleza... pero desde una estética diferente... una estética fundada por nosotras mismas... gracias amiga !!!

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