lunes, 19 de septiembre de 2016

Prólogo de Samari Luz para el libro.

 Encuentro que este manuscrito es un manual de instrucción permanente para el acompañamiento terapéutico, enfocado a profundidad en el sensible territorio del umbral que existe entre la esperanza y la pérdida de un nuevo ser.
 Cuando un profesional formado académicamente toma el lenguaje para redimensionar nuestras creencias sobre un tema tan humano y natural como el dolor, estamos ante una puerta para generar grandes cambios en nuestra vida. Hay una palabra que la autora aplica y que quiero resaltar como eje fundamental de la acción que esta obra ha de realizar en los lectores, la “invisibilización”.
 Cómo el duelo no tiene lugar en nuestro tiempo histórico y cómo la carencia de la experiencia del dolor aceptado, puede desconectarnos de nuestra humanidad más simple. Es un gran gusto y un reto prologar una obra literaria que logra crear un discurso totalmente innovador a la vez que integrador.
 Acunar la luna : ​de alguna manera abrazar la desconexión, el desconocimiento e ignorancia producto de la invisibilización del dolor. Resalto el verbo “invisibilizar”, que resulta un eje fundamental para entender el lugar que ocupa el duelo en nuestra sociedad. Además de un tipo muy especial de dolor y de duelo, como bien dice, que ha permanecido encapsulado.
 Vivimos un tiempo de transición de paradigmas, donde la autora logra conquistar un espacio a nuevos entendimientos sustentados en sólidos pilares científicos, académicos y filosóficos, para generar un espacio de cuestionamiento, e innovador, con un lenguaje que nos acerca a su corazón maternal, desde donde nos resulta natural y comprensible toda una serie de conceptos que podrían desestructurar numerosas creencias y “verdades” solidificadas que configuran nuestro mundo y lo que aceptamos de este.
 Despertar al Sol: ​Todo brota a la superficie para ser sanado, la autora se encuentra receptiva a la escucha de sus propias memorias y así es como se encuentra a sí misma, ante enormes nudos de dolor espiritual almacenado por generaciones en su familia. El duelo encapsulado por los no nacidos y su silenciosa huella en todos los miembros de la familia.
 La Luna Nueva, para nosotras en la espiritualidad y la metafísica nativa femenina, la luna nueva representa la fase menstrual, pero también la fase del reinicio, la fase del vaciado y la renovación. También asociamos al elemento Agua donde reina el mundo emocional en respuesta a las profundidades del subconciente, es por ello que honramos el tiempo de luna nueva para darnos la oportunidad de visibilidad, de encarar lo que ha permanecido oculto, para envolverlo en amor, perdón y belleza a través de la propia comprensión y compasión por nosotras mismas. La autora ha profundizado este trabajo a mi lado a lo largo de 3 años, compartiendo y conduciendo la experiencia en un espacio colectivo, o dispositivo grupal como bien llama al Círculo de Mujeres.
 Las 13 Esencias Espirituales Femeninas
 ​Durante el año 2014 he comenzado un estudio, el de las 13 Esencias Espirituales Femeninas Madres Clan, partiendo de un recuerdo espiritual y encontrando su primera materialización narrativa en la tradición Sioux, desde donde parto para desarrollar 13 arquetipos femeninos, los cuales, muy distantes del esoterismo definen a 13 mujeres reales, 13 “Evas mitocondriales” que han formado sus clanes y han dejado en su descendencia, cualidades, potenciales y dones, pero también profundas huellas de dolor humano forjado en la experiencia vital.
 El caso es que María Andrea ha participado activamente en este ciclo anual haciendo una meditación mensual a cada Madre Clan. Comenzamos con la luna de enero, para mi como autora de esta información renovada por una nueva visión establecida en la metafísica, superando a la tradición devocional, ha sido un profundo viaje interno que ha podido hacer emerger memorias muy profundas, llevándome tanto a mi como a las mujeres que entraron en esa dimensión subconciente a trabajar, cada mes a vivencias de ambas polaridades de cada arquetipos, estos son:
1 • La mujer que habla con los parientes: todos los lenguajes, con la familia originaria, con los elementos: el agua, el aire, el fuego y la tierra. (enero)
2 • La mujer Piedra. Representa la sabiduría. El reino mineral conserva la historia de todos los tiempos del planeta.(febrero)
3  • La mujer Verdad. Ella que sopesa la verdad. La mujer Àguila.(marzo)
4 • La mujer de Visión. Ella, la recolectora,  que preveé y visualiza el futuro.(abril)
5 • La mujer que escucha.  La mujer lechuza.(mayo)
6  • La mujer cuenta cuentos, la que es capaz de reescribir su historia. (junio)
7  • La mujer que ama, la mujer que conoce del amor incondicional (julio)
8  • La mujer que sana, la gran curandera, la mujer medicina. La madre osa. (agosto)
9  • La mujer sol poniente, es la que conoce del amanecer y del atardecer de la vida, la que conoce del umbral del misterio. (septiembre)
10  • La mujer araña, creadora de la nueva sociedad, tiempo de reconciliación de origen y destino. (octubre)
11 • La mujer radiante, la que se desidentifica de los méritos, resultados, y fortalece su esencia. (noviembre)
12  • La mujer adoradora, la que agradece a la naturaleza, la devocional.(diciembre)
13 • Luna de transformación, la autocreación, la que integra los potenciales de las 12 madres clan, la que trae el potencial de la nueva energía femenina. (enero).
 Para ella, una mujer hija de la “Luna de Transformación”, la medicina ha sido la de resolver de una forma innovadora las memorias acumuladas en la ginergía (energía femenina) familiar, para dar un paso más allá. Cuando una mujer llega a sus 52 años, llega a un vórtice, atraviesa un umbral hacia el camino de la sabiduría.
 María Andrea se descubre a sí misma con toda la vitalidad y en un acto de valentía casi heroico por ella misma y sus antepasadas, toma la fuerza de toda su experiencia, conocimiento y las posibilidades que tiene en esta fase de su vida, para formular un campo de estudio totalmente necesario, urgente, con una mirada benevolente.
 Esta es la edad de la Abuela, esa es la energía amorosa y maternal que encontramos en su discurso, lleno de vitalidad, energía que ella renueva en cada acompañamiento terapéutico, y esa es la otra de las grandes características de este libro, su gran valor terapéutico, más allá del tema tratado. Muestra una base humanista en el trato a las personas, despertando en el terapeuta cualidades esenciales para este nuevo tiempo.

En medio de todo este cúmulo de energía que se entreteje, ella construye un legado partiendo de su propia autosanación para extenderlo a todo el género femenino, y así a la pareja, a la familia, a la sociedad y al mundo.

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