“La fertilidad es un torrente de bendición que puede pasar
desbordando los ríos y cuya ausencia es la desolación.
Millones de mujeres en el mundo anhelan
ser madres y otras millones se ven invadidas por una concepción inesperada
que les cambia la vida.
Todas las energías, memorias y huellas de estas experiencias nos pertenecen en
algún nivel.
A medida que cada una sana la relación con esta energía sanamos todas y los
hombres también.”
Samari Luz
Para iniciar este capítulo, lo primero que debo decir, es que estamos frente a una nueva especialidad dentro de las Ciencias de la Salud, que se denomina “Duelo gestacional y perinatal”, así se describe al proceso de pérdida, por la interrupción de una gestación, ya sea natural o provocada, que atraviesa una mujer, y secundariamente su pareja, familia y su entorno
Duelo es un concepto
de las ciencias sociales, especialmente de la psicología, y proviene
del latín “duelum”, en su
doble acepción como y en tanto
dolor y desafío.
“En ninguna otra
situación como el duelo, el dolor es total, es un dolor biológico (duele el
cuerpo), psicológico (duele la personalidad); social (duele la sociedad y su
forma de ser), familiar (nos duele el dolor de los otros)) y espiritual (duele
el alma). En la pérdida de un ser querido, duele el pasado, el presente, y
especialmente, el futuro. Toda la vida en su conjunto duele ”
Dr. Jorge Montoya Carrasquilla.
Mi
enfoque
Ya entrando en la introducción, voy a presentar
mi enfoque desde una visión humanista e
Integral, fundamentalmente esperanzadora,
con el aporte de distintas corrientes, la visión cuántica del
transgeneracional, la visión sistémica familiar, y la espiritualidad femenina
ancestral . También voy a presentar una perspectiva personal, mi propia
síntesis y un aporte superador en la
mirada sobre el duelo gestacional y perinatal.
Este aporte personal esencialmente, introduce una
nueva visión a los enfoques
tradicionales, donde el objetivo final es la aceptación, el despedirse, y
continuar con la vida. En todo ese proceso, los últimos aportes de distintas
corrientes apuntan desde el concepto de resilencia, a la transformación y al
crecimiento. Yo invito a ir más allá,
tomando la despedida como un “reencuentro”, con la posibilidad de recupero de
este hijo, y con la intención de darle un lugar en la trama familiar. El
proceso de aceptar la realidad de la pérdida, no hace énfasis en el despedir
sino en acoger, en recibir, en dar la bienvenida, y nuestra bendición
desde la certeza de nuestro amor, de que este ser está con nosotros por
siempre.
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