Acá me voy a detener para explicitar dos escenarios
diferentes: las mujeres en situación de
pobreza, las de mayor vulnerabilidad quedan fuera del circuito clandestino, y
por las condiciones en que realizan el aborto, ponen en riesgo su vida. Cuando llegan al hospital público, son
maltratadas y denunciadas, por estar fuera de la ley, por lo cual pueden ser detenidas
y encarceladas. Por otro lado las
mujeres de clase media pueden acudir al mercado clandestino del aborto, que es
costosísimo, en el cual también reciben maltrato, y las condiciones son en la
mayoría de los casos, deplorables. Dejando
en ellas también la impronta del daño psico-físico severo, como reflejan sus
testimonios.
Develar estas cuestiones es algo fundamental, porque
es comprender que el daño psíquico y la vulnerabilidad somática, no tienen que
ver tanto con el aborto, sino con su
clandestinidad. Es el silencio, el
miedo, la culpa, la vergüenza, la autocondena, todo esto es lo que nos enferma
y nos puede llevar a la muerte.
Develada esta clave, que es la cuestión ideológica valorativa, de
creencias, de un viejo paradigma condenarorio, es que las mujeres somos
crucificadas, estigmatizadas, y penalizadas
por un tiempo histórico actual, así como nuestras antecesoras murieron
en la hoguera. En la actualidad los dispositivos femicidas son más sutiles, la
fuerza de la ideología imperante
parecería ser más que suficiente para el exterminio de unas cuantas generaciones de mujeres.
En Argentina la Campaña Nacional por el Derecho al
Aborto Legal, Seguro y Gratuito postula como estandarte “Educación sexual para
decidir. Anticonceptivos para no abortar. Aborto legal para no morir”. Entre
otros conceptos, afirman que el aborto clandestino es la principal muerte de
mujeres gestantes, en su mayoría pobres. Afirmando que las muertes por el aborto clandestino son el
femicidio a cargo del Estado.
“Para
el sector social más desfavorecido, los dispositivos de poder operan con toda
la violencia represivo-genocida, como sólo el Estado puede ejercerla, sólo que
en este caso no busca matar, sino que deja morir”
Ana
María Fernandez
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