lunes, 6 de marzo de 2017

El duelo luego de una Interrupción voluntaria del embarazo.

Voy a hacer mención del proceso de duelo cuando el aborto es inducido. Cuando una mujer, llega a la instancia  de tener que tomar este tipo de decisión, está en una situación verdaderamente límite, donde siente que también está en juego su vida, su presente, su futuro.  No es una decisión trivial, superficial, es la decisión más dolorosa que tal vez tenga que tomar en toda su vida.
Uno de los aspectos  centrales de este tipo de duelo, cuando hay aborto producido, es que la decisión recae sobre la mujer, cuando la responsabilidad es compartida.  Sin embargo, son  extraordinarias las situaciones en que la decisión es consensuada y acompañada en la pareja.
 Son muchos los casos que he tratado, en los cuales, estos hombres  estuvieron presentes, estando ausentes. Es decir,  en un lugar pasivo, delegando a la mujer, “hacé lo que vos quieras”, y luego con el tiempo, la vuelta desde el  reproche, cuando ellos pueden tomar conciencia que también fueron padres y perdieron a esos hijos. La mayoría de los casos que atendí derivó en separaciones.
 En los casos que las mujeres, fueron acompañadas por sus parejas, luego refieren haberse sentido solas, no haber tenido una palabra o un gesto de afectividad, y tampoco haber podido conversar sobre lo ocurrido por muchos años.
Son situaciones complejas y delicadas, ya que la decisión aparentemente es de la mujer, pero  en realidad “recae” sobre ella, todo el peso de los mandatos, los modelos, los juicios de valor, el miedo, la violencia y la condena social.
Sabemos que tanto los abortos naturales, como todos los abortos, son – casi sin excepción- patrones de repetición, campos de resonancias de generaciones anteriores, que fueron vividas en secreto, en el ocultamiento. Mujeres que ayudaban a abortar a otras mujeres, y lo escondían por temor a la autoridad paterna y masculina. Esas mujeres en la historia, fueron condenadas, parias, excluídas del sistema. No había opción, si lo tenían como madres solteras, eran doblemente condenadas, en algunos casos obligadas a casarse, en otros, abandonadas. Y las que optaron por interrumpir su gestación, pusieron su vida en peligro,  sobrevivientes, con el programa del aborto inscripto en su cuerpo, psiquismo y emociones.
La situación social hoy en la actualidad sigue siendo muy delicada, todavía la legislación sobre el tema dista de aproximarse a la realidad de muchas mujeres. Sin intentar realizar un análisis social más profundo, me voy a remitir a los casos, con los cuales me ha tocado trabajar. Han sido mujeres, que no lo han  podido compartir ni con sus parejas, ni con sus familias, porque no tuvieron la contención ni la comprensión necesaria que se requieren  estas situaciones. Lo han realizado en lugares clandestinos, han pagado mucho dinero. Luego, lo han llevado en silencio, no se permitieron tomar conciencia, ni tampoco  pedir ayuda.

Son encrucijadas existenciales, tan dramáticas, que luego de abortar, y silenciar sus duelos, continúan adelante, pero con secuencias posteriores como separaciones de la pareja, otro tipo de pérdidas, accidentes, sintomatología psicosomática, y se convierten como hemos dicho antes, en duelos cristalizados y detenidos en el tiempo.   Que se traducen en situaciones de riesgo para la salud de la mujer, como depresiones, melancolías, enfermedades autoinmunes, oncológicas, etc.


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