Voy a hacer mención del
proceso de duelo cuando el aborto es inducido. Cuando una mujer, llega a la
instancia de tener que tomar este tipo
de decisión, está en una situación verdaderamente límite, donde siente que
también está en juego su vida, su presente, su futuro. No es una decisión trivial, superficial, es
la decisión más dolorosa que tal vez tenga que tomar en toda su vida.
Uno de los
aspectos centrales de este tipo de
duelo, cuando hay aborto producido, es que la decisión recae sobre la mujer,
cuando la responsabilidad es compartida.
Sin embargo, son extraordinarias
las situaciones en que la decisión es consensuada y acompañada en la pareja.
Son muchos los casos que he tratado, en los
cuales, estos hombres estuvieron
presentes, estando ausentes. Es decir,
en un lugar pasivo, delegando a la mujer, “hacé lo que vos quieras”, y
luego con el tiempo, la vuelta desde el
reproche, cuando ellos pueden tomar conciencia que también fueron padres
y perdieron a esos hijos. La mayoría de los casos que atendí derivó en
separaciones.
En los casos que las mujeres, fueron
acompañadas por sus parejas, luego refieren haberse sentido solas, no haber
tenido una palabra o un gesto de afectividad, y tampoco haber podido conversar
sobre lo ocurrido por muchos años.
Son situaciones
complejas y delicadas, ya que la decisión aparentemente es de la mujer,
pero en realidad “recae” sobre ella,
todo el peso de los mandatos, los modelos, los juicios de valor, el miedo, la
violencia y la condena social.
Sabemos que tanto los
abortos naturales, como todos los abortos, son – casi sin excepción- patrones
de repetición, campos de resonancias de generaciones anteriores, que fueron
vividas en secreto, en el ocultamiento. Mujeres que ayudaban a abortar a otras
mujeres, y lo escondían por temor a la autoridad paterna y masculina. Esas
mujeres en la historia, fueron condenadas, parias, excluídas del sistema. No
había opción, si lo tenían como madres solteras, eran doblemente condenadas, en
algunos casos obligadas a casarse, en otros, abandonadas. Y las que optaron por
interrumpir su gestación, pusieron su vida en peligro, sobrevivientes, con el programa del aborto
inscripto en su cuerpo, psiquismo y emociones.
La situación social hoy
en la actualidad sigue siendo muy delicada, todavía la legislación sobre el
tema dista de aproximarse a la realidad de muchas mujeres. Sin intentar
realizar un análisis social más profundo, me voy a remitir a los casos, con los
cuales me ha tocado trabajar. Han sido mujeres, que no lo han podido compartir ni con sus parejas, ni con
sus familias, porque no tuvieron la contención ni la comprensión necesaria que
se requieren estas situaciones. Lo han
realizado en lugares clandestinos, han pagado mucho dinero. Luego, lo han
llevado en silencio, no se permitieron tomar conciencia, ni tampoco pedir ayuda.
Son encrucijadas
existenciales, tan dramáticas, que luego de abortar, y silenciar sus duelos,
continúan adelante, pero con secuencias posteriores como separaciones de la
pareja, otro tipo de pérdidas, accidentes, sintomatología psicosomática, y se
convierten como hemos dicho antes, en duelos cristalizados y detenidos en el
tiempo. Que se traducen en situaciones
de riesgo para la salud de la mujer, como depresiones, melancolías,
enfermedades autoinmunes, oncológicas, etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario