Identidad
Femenina
S. Freud,
médico neurólogo austríaco ( 1856-1939)
le debe la conceptualización del Psicoanálisis, a esas mujeres , que él
llamó histéricas, que no encontraban otra manera de expresarse, que no fuera
manifestar en sus cuerpos, cegueras histéricas, parálisis histéricas, y toda
una vasta sintomatología que intentaba mostrar el grito ahogado del derecho a
una identidad, a ser reconocidas por una cultura que el mismo Freud definió
como “ falo céntrica”, con el tiempo la sociología y la antropología
definieran como Patriarcado.
“Es
necesario reconstruir la contradicción hombre-mujer a partir de la negación del
cuerpo de la mujer, y por tanto lo que en psicoanálisis tradicional aparece
como el problema de la enfermedad, de neurosis, desadaptación, etc, se
convierte en una contradicción material. La mujer se encuentra desde el
principio sin una forma propia de existir, como si el existir de la mujer se
hallase ya incluído en una forma de existencia (mujer, madre, hija) que la
niegan en cuanto mujer. Ser madre significa existir y usar el propio cuerpo en
función de un hombre, y por lo tanto una vez más, carecer de sentido y del
valor de la propia existencia en todos los niveles. Esta negación de si misma
es interiorizada a niveles tan profundos que es como si las mujeres a lo largo
de su historia no hiciesen más que repetir esta experiencia de la
autodestrucción. Por eso, el discurso sobre la violencia masculina, sobre la
vejación, la dominación, los privilegios, etc. Seguirá siendo un discurso
abstracto si no se tiene en cuenta el aspecto interiorizado de la violencia, la violencia como negación de la propia
existencia. La negación de si misma empieza a funcionar desde el nacimiento, a
partir de la primera relación con la madre, donde la madre no está presente
como mujer con su cuerpo de mujer, sino que está allí como mujer del hombre,
para el hombre…”
Lea
Meandri
La raíz de todas las enfermedades, padecimientos, y
sintomatologías de una mujer radica fundamentalmente en poner en primer lugar
las necesidades de los demás, y por último las propias. La identidad fundada en “ser-para-otros”, en
vez de “ser-para-si”, es la clave para comprender la gran herida histórica de
la mujer como herencia cultural del
Orden Patriarcal.
Coincido María Andrea Gracias!
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