El nudo
central de este tipo de duelos, es la culpa. Con el aborto, el duelo
clandestino, es aún mayor. La culpa en sí misma, es una programación central en
la condición femenina.
Los
dispositivos de culpabilización operan desde diversos ámbitos: familiares,
religiosos, el Estado e incluso muchas veces viene desde el campo “psi”. (Ana
María Fernandez)
En estos casos
la mujer lleva como una
“maldición”, en secreto, con el estigma de la culpa y la vergüenza, por haber cometido un acto del cual no fue ni del todo consciente, ni del todo protagonista, sin embargo recae sobre ella la sentencia y la condena por un crimen no cometido.
Se suma al
cuento del “pecado original”, de
ese acto sexual que en muchos casos, no
es ni siquiera disfrutado, ni elegido,
cuando en muchos casos, directamente es
coercitivo, en relaciones no consentidas, forzadas y transitorias. Son las mujeres mayormente las
que deciden cuidarse, porque saben que las consecuencias las llevan en su
cuerpo, y son muchos los varones que rechazan el uso de preservativos, con
cualquier justificación, solo al servicio de su placer.
No puedo dejar de reiterar, la necesidad de tomar
conciencia y actualizar la legislación, con todos los casos de abuso, incesto,
y violaciones. La situación actual es alarmante, basta con escuchar los medios
de comunicación. La forma de difusión de
la información, no obstante, no ayuda, pareciera que al revés, motivara en la
amplificación de los delitos sexuales.
Se está
trabajando sobre un proyecto de Ley de Interrupción voluntaria del
embarazo. Mientras tanto se trabaja con
un Protocolo de Interrupción Legal del Embarazo, donde se contemplan los casos
resultantes de relaciones no consentidas, o violaciones, de si estuviera en
riesgo la vida y la salud de la mujer, y si existieran malformaciones fetales
graves. Protocolo que no se respeta en todas partes, y que sabemos que no es
suficiente. Ya que mientras tanto siguen muriendo mujeres, deteniendo y
encarcelando a otras tantas.
“Los
ricos defienden el aborto ilegal para mantenerlo en secreto y no pasar
vergüenza. Estoy harto de que se nos mueran chicas pobres para que las ricas
aborten en secreto. Se nos mueren nenas en las villas y en algunos Sanatorios
hacen fortunas sacándoles la vergüenza del vientre a las ricas. Con el divorcio
decían que era el fin de la familia y sólo fue el fin de la vergüenza de los
separados ilegales. Con el aborto legal no habrá ni más ni menos abortos, habrá
menos madres muertas. El resto es educar, no legislar.”
Rene
Favaloro, 1998
Luego del
aborto, se observa en la mujer, cómo se activan mecanismos de violencia
hacia sí misma, quizás, como
formas de expiación y penitencia. Y se
sigue adelante con esa sombra de ese
dolor por mucho tiempo. Bloqueando
sus potenciales, enfermas, impostando en apariencia un bienestar que no
es genuino. Tapando duelos, de todo tipo, uno más de una larga lista. Hasta que
por cualquier detonante, la mujer llega a la consulta, derivada por otro
profesional, y luego de comenzar la terapia, después de trabajar los motivos de
la consulta, allí aparecen, después de
mucho tiempo, él o los abortos, de los que jamás se pudieron hablar… Después de 10, 20, 30 o 40
años… intactos.
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