Mi nombre es Guillermina, nací el 25 de julio
de 1979, en Bragado, provincia de Buenos Aires.
Conocí felizmente a Andrea hace muy poquito en
un viaje espiritual maravilloso.
Cuando contó que estaba escribiendo su primer
libro de almas recurrentes, no dudé en comentarle mi experiencia, que por esas
maravillas del Gran espíritu y de su
alma noble hoy tengo el agrado de poder compartirla con todas las almas
que están ahora leyendo estas líneas.
Soy miembro de una familia de 5 integrantes,
mi mamá Amanda, mi papá Humberto, mis hermanos mayores, Sebastián de 47 años y
Ezequiel de 44 años. Hoy todos tenemos nuestros propios niditos, y así van
creciendo las ramas del árbol.
Soy un alma inquieta y curiosa, desde muy
temprana edad comencé a preguntarme muchas cosas acerca de la vida, el origen
de la humanidad, el alma, el espíritu, Dios, y charlaba mucho con mi mamá y mi hermano menor acerca de estos temas.
Un día, preguntando sobre la composición de la
familia, los integrantes, etc., mi mamá
me cuenta que cuando quedó embarazada de mí estaba llena de miedos porque creía
que ya era muy vieja para tenerme (en ese momento tenía 37 años, mi edad
actual, muy joven, jijiji, además no hay una edad específica para tener un
hijo, creo yo, las almas venimos cuando tenemos que venir y de la misma manera
nos vamos, cambiamos de estado, pero eso es un capítulo aparte), bueno la custión
es que, mientras ella me contaba eso, mi
hermano Eze, me dice: lo que pasa es que mamá perdió un bebé antes que vos
llegaras, y ahí entendí sus miedos. Mi mamá me gestó con ese miedo, y otros que
fuimos charlando y sanando a medida que crecíamos como familia, a medida que
íbamos viviendo.
Cuando nació mi primer hija empecé a ser más consiente
de todo lo que le ocurría a mi mamá y por consecuencia más amorosa con ella y
conmigo, luego llegó mi segundo hijo Ulises, dos grandes maestros para mí, me
llevó mucho tiempo dejar de juzgarla y poco a poco fuí sanando cosas en mí, así
ella también se iba liberando, y todo el
árbol.
Un día del año 2014 decidí trabajar con la ombliguera de obsidiana, una hermosa
piedra volcánica que nos ayuda a sanar la vida intrauterina, las relaciones,
etc. Esta piedra abre las memorias y nos
muestra en sueños y visiones muchas realidades internas, realidades del alma,
nuestras sombras, y así las traemos a la conciencia y tenemos la posibilidad de
transmutar, liberar, sanar y traer a la luz todo lo que nos esté limitando, así
fue que una noche estaba entre dormida y llegó esta visión o mejor dicho
vivencia, porque fue sumamente real…
Estaba en el cielo, con nubes,jugando, había
un océano de agua cristalina y algunas escaleras, si escaleras sin principio ni
fin. De pronto una voz me dice: “es el momento de saltar, ten en cuenta que vas
a sentir que te estás ahogando, pero una vez que pasás, esa sensación desaparece”, era una voz
conocida para mí, sentí que era uno de mis guías.
Me preparé para saltar al agua, salté, sentí
que me ahogaba y de repente me encontré en el
mismo lugar, ese cielo inmenso, con agua, nubes y escalera, la voz me
dijo: ¿que pasó? A lo que yo respondí: te dije que no lo iba a lograr, la voz
dijo: no importa hay otra oportunidad, no pasa nada, vamos de vuelta, acordate
que no te ahogás, tenés que pasar esa sensación de ahogo y listo. Así fue que
respiré profundo me lance nuevamente al agua y de repente me veo durmiendo en
mi cama con mi compañero, mi gata que pasa corriendo y me despierto gritando:
ya nací, nací.
Tuve una sensación de alivio y alegría
absoluta, y dormí toda la noche, felíz.
Al otro día le conté a la persona con la que
estaba haciendo el seguimiento de los sueños de obsidiana y ella me preguntó si
mi mamá había perdido algún embarazo antes que yo viniera, ahí recordé ese
relato de mi hermano cuando me contó de la pérdida del embarazo de mi mamá.
Fue realmente revelador, liberador y sanador
comprender que era yo misma la que ese día no había llegado y que pude volver!
Fui a charlar con mi mamá y se alegró mucho al
saber que ese bebé que no nació en ese momento era yo misma que no pude llegar
porque todo es perfecto y tiene un tiempo exacto y preciso para ir descubriendo
la verdad del corazón.
Esta experiencia nos ayudó a comprender, a
vivenciar más conscientemente que el tiempo del alma, del universo, no es el
mismo que el de la tierra, mi madre perdió ese embarazo el 18 de junio de 1976
y yo volví el 25 de julio de 1979, 3
años después, unos minutos en el no tiempo álmico. Cerró también su duelo, trajo alegría, felicidad,
y como todo es tan perfecto, el día que mi madre, o sea que yo no puede llegar,
ese 18 de junio de 1976, mi prima, por parte de la
familia de mi padre, cumplía 15 años y
mi mamá estaba haciendo la torta de su festejo, cuando tubo ese aborto espontáneo,
eso la ayudó a mi mamá a recordar la fecha, habló con mi prima, quien practica
la religión mormona, le contó mi sueño, mi trabajo y ella se quedó sorprendida
y agradecida, porque también sentía que estaba sanando parte de su árbol, del
linaje, ella había hecho el árbol genealógico hasta el año 1000, y si bien
nuestra relación es por parte de mi papá la sanación es expansiva, por eso cada
vez que lo cuento agradezco y honro la grandeza del Gran espíritu, de la fuerza
creadora, de esa energía inteligente a la que muchos llamamos DIOS, DIOSA, LUZ,
y el nombre que cada uno siente, pero que es una sola corriente de Amor, del
amor más puro, entonces siento que con cada experiencia que cada uno tiene,
vamos sanando Todos y así nos acercamos cada vez más a la VERDAD.
Agradezco inmensamente esta oportunidad de
compartir, siento que es uno de los regalos más maravillosos que nos da la vida
en la Tierra.
HONRO MI VIDA Y POR ESO HONRO LA VIDA DE CADA
SER, SIENTO QUE TODOS DE ALGUNA MANERA SOMOS ALMAS RECURRENTES Y QUE EN EL
COMPROMISO QUE CADA UNADE LAS ALMAS TIENE VAMOS TRANSITANDO EN PERFECTA ARMONÍA DENTRO
DE LAS FAMILIAS RESPETANDO NUESTROS PROPÓSITOS TAN SAGRADOS, TAN DIVINOS, EN
TOTAL PERFECCION.
GRACIAS HERMOSA ANDREA POR TU LABOR TAN
AMOROSA.
Mi mayor deseo es que este relato llegue a
tocar sus corazones para que podamos CON HUMILDAD Y EN TOTAL UNIDAD,
descubrir la verdad que nos
habita, la verdad que SOMOS, y vivir esta experiencia humana en el Amor
incondicional, la Gratitud y la alegría permanente.
FELIZ VIDA.
En servicio,
Yihael, Guillermina Paula Cavenaghi.
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