He escrito, y publicado varios testimonios y varios
artículos al respecto, e hice especial énfasis en la semana del día
internacional de la mujer. Porque justamente es uno de los temas pendientes,
vigentes y más polémicos que siguen movilizando a cientos de miles de mujeres
de todos los países del mundo.
En nuestro país la Campaña Nacional por el
derecho al aborto legal, seguro y gratuito ha realizado una gestión admirable.
Seguimos marchando, movilizándonos las
mujeres, en cada fecha, en los encuentros regionales, nacionales, en las
organizaciones intermedias, desde Socorro Rosa, y desde una multiplicidad de
sectores, agrupaciones, partidos políticos, espacios de mujeres, colectivos
feministas, etc.
El eje conceptual, fundamento, y la síntesis como estandarte o bandera de campaña es “Educación sexual para decidir.
Anticonceptivos para no abortar y Aborto legal para no morir”. A lo cual estoy,
y estamos 100% de acuerdo, pero hay algo
de lo que todavía no se puede hablar, es como un tabú dentro del tabú y es del dolor después del aborto o de la
interrupción de una gestación.
Y no se puede hablar por muchos motivos, entre
otros porque hay un largo camino todavía para legitimar a la mujer sobre la
autonomía de su cuerpo, de sus decisiones, de su protagonismo como sujeto de
deseo, y sujeto de derechos.
Aquí voy a abrir un nuevo espacio, para abrir nuevos
interrogantes. Qué sucede cuando la interrupción no es por voluntad de la
mujer, sino de un tercero. Puede ser su compañero/pareja eventual, puede ser un
padre, una madre, puede ser una coyuntura económica, una condición laboral,
etc. Qué sucede cuándo se le impone a la mujer una decisión que no se siente
como propia, bajo amenazas, por ejemplo de abandono de su pareja, o de abandono
familiar, o de pérdida laboral, etc.
Son muchos los testimonios, donde la mujer
tuvo que tomar la decisión, donde aparentemente fue propia, y sin embargo luego
con el tiempo, se revela que fue presionada por su pareja, terceros, o
circunstancias. Pero ella, de no haber mediado esas circunstancias, de esa
presión o directamente imposición del entorno, la mujer siente, que hubiera
continuado adelante, que había un deseo propio, que no fue contemplado, que fue
directamente arrasado, y que con los años no resuelve un duelo que ha quedado
silenciado, la culpa, un dolor invisibilizado.
De la pérdida de la posibilidad de ser madre en ese momento, y de la pérdida de ese hijo, que luego incluso con el tiempo, se idealiza, la añoranza, el anhelo vivido como cohartado, Y se convierte un duelo de muy dificil resolución, fundamentalmente por la culpa, por la responsabilidad, debido a que todos los que participaron en la decisión, luego desaparecen y ésta recae total y absolutamente sobre la mujer.
Justamente en estos casos, son los que debemos
revisar y reflexionar. En qué medida la decisión de una mujer es propia, y en
qué medida se encuentra atravesada por las voces, los discursos, los atrapamientos concientes e inconscientes, mandatos,
creencias, valores, etc tanto de su pareja, familia y de su entorno social.
Sobre estos duelos, y con estas mujeres, con este
dolor nos tenemos que involucrar porque son tantos los casos, donde la defensa
por el derecho al aborto es absolutamente justa, pero hay una problemática
mayor, que es de fondo, donde no sabemos quién decide detrás de la decisión de
cada mujer.
Como mujer, como hija, como madre, como hermana,
como amiga, como terapeuta, como facilitadora de espacios colectivos de
mujeres, desde todos los roles posibles, nos involucro en esta pregunta, quién
decide…? Me comprometo con cada una de las mujeres de mi vida, con todas las
que me toca acompañar, ayudar a transitar esta pregunta con la mayor honestidad
posible. Demos la bienvenida a la posibilidad de elegir desde la libertad y el
empoderamiento femenino. Es tan valioso que te pronuncies a favor o en contra
de continuar o no una gestación, lo único importante es que seas vos y desde
vos y 100% vos, no permitas que otros lo hagan por vos !!!