Maximiliano llega a la consulta a los 37años, con un
cuadro de estrés, pánico y depresión. Llega por la interconsulta con el
psiquiatra, donde es medicado y derivado a psicoterapia.
Maxi, consulta por la sintomatología, derivada parcialmente
por un estrés laboral y una crisis de
pareja y separación. Tiene dos hijos nacidos
Ismael de 16 años y Juana de
4años.
Aproximadamente en la tercera o cuarta entrevista, viene
muy conmovido, porque me cuenta que se pudo confesar, que fue a misa, y con un
tío, que es sacerdote de la iglesia
católica, tomó la decisión de confesarse luego de muchos años, a pesar de ser
creyente, practicante y devoto.
Aprovechó el lazo de parentesco con el religioso, y de
un modo coloquial, en una charla después de la misa, le solicita formalmente a
su tío, la necesidad de hacerlo.
Cuando me cuenta, yo me sorprendo, porque fue algo que
no había mencionado hasta ahora en la terapia. Me cuenta que lo que tenía que
confesar, era algo que llevaba en secreto,
en silencio, en soledad, con culpa, por muchos años.
Y me comenta lo mismo que hizo en la confesión, que
durante su noviazgo con la madre de sus hijos, a los 19 años, su mujer había
quedado embarazada accidentalmente, noticia que siendo tan jóvenes, no les fue
fácil manejar. Refiere que ella, con mucho miedo, lo compartió con su madre y
lo ocultó a su padre. Su madre la
orientó a practicar el aborto. Maxi, en ese momento, prácticamente quebrado,
con los ojos llenos de lágrimas, me cuenta, que él hubiera deseado seguir
adelante con el embarazo, pero se vio obligado a aceptar la decisión de ella
por toda la presión familiar a favor del aborto.
El siente que es algo que no pudo superar en todos estos
años, porque además cuando recuerda en detalle el escenario, refiere, que en el
momento de la intervención quirúrgica, escucha de la otra habitación “estos, de
lo que zafaron, venían dos…” Y en ese momento tomó conciencia, que eran
mellizos. Refiere que su mujer no hizo el duelo, y que él tampoco, pudo
hacerlo. Que cada vez que él intentaba sacar el tema, ella lo llenaba de
argumentos, justificaciones, en el intento de validar la decisión tomada, sin
ninguna posibilidad de conectar con la tristeza y el dolor, cómo él lo hubiera
necesitado.
Luego me cuenta, que con los años, llegó el embarazo de
su hijo Ismael, que requirió reposo, y finalmente nació, hijo que hoy tiene 16
años. Luego refiere que entre Ismael, y Juana su hija de 4años, su señora
perdió dos embarazos, por hemorragias y que en la segunda pérdida, su señora se
estuvo por morir. Me dice que él está convencido, que esas dos pérdidas, son
los mellizos que abortaron de jóvenes.
Yo le digo que hay algo que se llama la “recurrencia”,
que es la tendencia de las almas de volver una y otra vez, por eso cuando se
experimenta una pérdida, luego pueden repetirse.
Yo le digo que ellos tienen 6 hijos, cuatro no nacidos,
y dos nacidos. El me repite que cree que las dos pérdidas naturales, por
hemorragias, desde su punto de vista, son recurrencias, por lo cual, yo respeto
su intuición, y acordamos que son cuatro hijos, dos no nacidos y dos nacidos.
El se manifestó conforme con esta hipótesis.
Luego nace Juana, con sus dos hijos, Ismael y Juana manifiesta un amor muy especial, adoración.
El refiere que no le puede perdonar a ella, tantos años
haber tapado el dolor, le reprocha que no admite que jamás le ofreciera una
disculpa, que jamás le ofreciera un reconocimiento por el dolor, que lo había
vivido en soledad, ya ella no le permitió
compartirlo en pareja.
El refiere que ese recuerdo del primer aborto, lo llevó toda la vida, hasta recuerda el olor de ese lugar. En un momento de la sesión
revela un sueño muy importante. Dice textualmente: “soñé que estaba en una
plaza y había unos chicos en un sube y baja y yo los veía a lo lejos. Uno
pelirojo con ojos celestes como Juana y otro con el cabello enrulado. Me dicen
vení, me llaman, vení papá a jugar con nosotros, cuando me acerco y los veo
mejor, eran un calco de nosotros, me desperté llorando…”
Ahí decidí contárselo a mi madre, sino me iba a volver
loco, me hizo bien hablarlo por primera vez.
Me pesaba mirarla a Juana a los ojos, porque veía a esa
nena del sueño. Cuando los veo a Ismael y a Juana, también los veo a ellos…
Me dice que está convencido que el 70% de la crisis de
pareja que arrastran hace tantos años, tiene que ver con esto, con la negación
de ella, y mi bronca, mi imposibilidad
de perdonarla.”
“Cuando lo pude
confesar, recibí un alivio profundo, el perdón y la misericordia de Dios, y
este tío, me ofreció hacer una ceremonia de bautismo, y me explicó, que donde
nuestros hijos están, están esperando ser reconocidos, y que cuando ellos son
bautizados, salen del “limbo” y se elevan a la Luz.”
Me cuenta, que lo habló con su señora, que le pusieron
nombres a esos hijos, Pedro y María, que hicieron la ceremonia intima, ellos
mismos, con la guía de este tío , luego de la ceremonia , previa confesión
y comulgar de su señora... Maximiliano
refiere sentir automáticamente una reconciliación "espiritual" con su
señora y un profundo alivio espiritual en ambos. Pudo verdaderamente perdonar y
dejar de sentir rencor hacia la madre de sus hijos.
Y me repite : “Yo te bautizo en el nombre del Padre, del
hijo y del Espíritu Santo, Amen” , con agua bendita, como con un gesto de
soltar unas gotas de agua hacia las criaturas, en un gesto simbólico.
Y refiere que a
partir de ese momento, el haber nombrado a sus hijos , haberlos bautizado, y
compartido ese momento con ella y el religioso, fue una posibilidad de comenzar
a sanar y a reparar desde lo personal y en su relación de pareja.
También él refiere, que ya los puede nombrar, y que a
partir de ahora en adelante, cada año,
cerca de su fecha de gestación, de la interrupción del embarazo y la fecha posible de parto, sabe que aún siendo fechas dolorosas, pero que los va a poder recordar por su nombre, y brindarles una oración. Que ya
está en paz, que los puede recordar en paz.
Luego, Maxi, no volvió a terapia, me saludó
telefónicamente. Era esto, lo que tenía que resolver, y lo compartió conmigo,
yo me sentí muy emocionada porque evidentemente lo hizo por sí mismo, sin mi
intervención, con la ayuda de este tío, que le permitió un ritual como la
ceremonia de bautismo, en el marco de la iglesia, con toda la legitimidad que
da el encuadre de su religión en una persona tan creyente y practicante como él.
Yo, también muy agradecida por permitirme compartir su
experiencia, su testimonio. El de un hombre sensible, un padre, con su conexión
tan amorosa. Y también sorprendida, como existen algunos sacerdotes de la iglesia
católica, que pueden abordar el tema de esta manera. Era la primera vez que
escuchaba un bautismo en estas situaciones de hijos que no llegan a su
nacimiento. Lo cual me da una enorme esperanza, que la Iglesia, pueda ofrecer a
los padres, esta posibilidad, tan humanizante. Que les permita a las familias,
hacer un duelo con dignidad, en un marco de respeto a su dolor y por estos hijos, de darles una identidad y
una ceremonia de bautismo como a cualquier otro niño. Sorprendente.
Gracias Maxi, por tu experiencia, y tu testimonio, los
papás también sufren, también hacen su proceso, sufren de otro modo, tienen sus
tiempos, pero tienen su sensibilidad, son también sus hijos. “Un hijo es para
toda la vida, un padre también” Aquí, un padre presente, sensible, amoroso.
Gracias nuevamente Maxi, tu experiencia va a ser muy valiosa para tantas
familias.
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