jueves, 28 de diciembre de 2017

Cuento de Laura Rojo "Agustín el niño que volaba"

Agustín el niño que volaba.
Agustín era un niño prodigio, un alborozo de cantos en la frescura de las mañanas. Un día, miró fijo a su madre, con sus ojitos brillantes, como el fruto maduro de la higuera, y le confesó su deseo.
El quería volar, la había pedido a su Ángel de la guarda, que sus manitos redonditas que atesoraban juguetes se transformen en plumaje, y con ellas conseguir su mayor anhelo, volar hacia el sol.
Soñaba que sus plumas se contagien del dorado de sus rayos y sean muy agliles para su danza aérea.
Su mamá lo miró con ojos nublados, y puso trompa de elefanta, se quedó callada un instante, no sabía que decirle, quería tenerlo pegadito a ella, porque las mamas son así. Pero en el fondo sabía que  cuando Agustín decía cosas con firmeza, tarde o temprano las conseguiría, porque él siempre había sido un niño tenaz y fuerte.
Así que solo asintió con la cabeza, y luego dijo así “Si ese es tu deseo Hijito pues que Dios te lo conceda”.
Dicho esto, en un abrir y cerrar de ojos su cuerpecito robusto se achicó más y más, y un pajarito liviano de alas turquesas se apareció frente a la mamá de Agustín, quien no cabía en su asombro, un lindísimo colibrí empezó a agitar sus alas, y voló lejos y alto en el cielo azul.
Su madre lo saludaba agitando sus manos y lo alentaba a seguir, con la promesa de que algunas tardes de sol, se reencontrarían en el jardín de la Abuela, él posado en las flores, para saber que era un niño-ave inmensamente feliz y juntos celebrar sus aventuras aladas con un beso en la punta del piquito naranja.




Laura Rojo (autora)

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