lunes, 6 de agosto de 2018

Que siga siendo clandestino, no va a evitar menos muertes, sino todo lo contrario.

Existe una falsa división en dos grupos de mujeres, las que quieren ser madres y no pueden, por otro lado, las que les toma de sorpresa un embarazo no deseado, y lo interrumpen.
Por un lado, las que, son años que buscan anhelantemente la maternidad, con tratamientos médicos, luego con especialistas de fertilididad, costosísimos, invasivos, un largo peregrinar, con escasos o sin resultados.
Por otro lado, las otras, que no manifiestan el deseo y que muy fácilmente quedan embarazadas, llegando al aborto.
Esta descripción aparentemente inocente, es falsa. Por eso en este espacio, tanto en el blog como en las redes, desde “Acunando la Luna, despertando al Sol, duelo gestacional y perinatal”, a partir del libro y los testimonios, es que intentamos enfocar, abrir y flexibilizar la mirada de la problemática mostrando una complejidad mayor.
No son dos grupos de mujeres, esta descripción inicial es la que nos lleva a que las mujeres nos polaricemos en dos grupos enemistados, las “pro-vida” y las “abortistas”. Y de esta manera nos seguimos polarizando, enemistando, y alejando la posibilidad de comprender una problemática mucho más compleja y profunda.
Es una misma mujer, que a lo largo de su vida, puede atravesar las dos experiencias, una interrupción voluntaria, que queda sepultada por la represión, debido a su alto contenido traumático por la clandestinidad, sumado al peso ideológico /valorativo de esta sociedad y la historia de la iglesia católica y el patriarcado.
Quedando un duelo congelado, desautorizado, detenido en el tiempo, sin resolver. Luego, cuando comienza la búsqueda activa de la maternidad, se encuentra con pérdidas espontáneas, como con la imposibilidad directamente.
Otros casos, hay mujeres que no atraviesan en ningún momento un aborto temprano, sino que fueron sus madres o sus abuelas, siendo grandes secretos familiares, lo que le imprime la potencia traumática como programación del inconsciente familiar.
“Estoy convencida luego de más de 30 años de ejercicio profesional, que no hay familias, en sus clanes, en sus historias de vida, donde no existan abortos silenciados, mujeres que murieron en partos o en abortos, hijos que no llegaron a nacer, o que fallecieron tempranamente, que desde el secreto nos han marcado, dejando una impronta inconsciente, sintomatizando en infertilidad en las futuras generaciones.” Pag. 55 (del libro citado)
Vivimos en campos de resonancia de secretos familiares y duelos interrumpidos de tiempos inmemoriales. En esta generación estamos encarnando todo lo no resuelto, de nuestras madres, abuelas, de las dos ramas y mucho más atrás aún.
Han sido mujeres que han sufrido lo indecible, embarazos que no han llegado a término, gestaciones sin concepción, mujeres que han fallecido en partos, o en abortos, niños de muerte temprana… Por hambre, por guerras, por ignorancia, por miedo, por repeticiones de otras pérdidas más antiguas…
Todo lo “no resuelto”, lo “no dicho”, lo excluido, lo no reconocido, lo no integrado, se manifiesta en forma de repetición, de patrones de repetición, tanto en las interrupciones voluntarias como en las naturales,y en los problemas de fertilidad.
Todo eso se sigue manifestando, son profundas heridas, memorias de dolor, patrones y programas, campos de energía, se trata del cuerpo del dolor colectivo femenino inconsciente de la historia de la humanidad.
Esta semana histórica en Argentina, tenemos la posibilidad de pasar a la legalidad una situación que por clandestina nos viene marcando generación tras generación de tiempos inmemoriales.
Salir del secreto, la educación, los métodos anticonceptivos, una sexualidad consciente y responsable, nos va a ir mostrando el camino donde en unos años, probablemente ya las mujeres no tengamos que atravesar por la interrupción de una gestación.
No nos polaricemos más, existe un orígen común, la maternidad es una asignatura pendiente del patriarcado... Nos han dejado solas históricamente... Hoy la maternidad reclama un acompañamiento mayor de todos... y también la posibilidad de elegir...


María Andrea García Medina

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