El
apego al dolor
Algunos autores como Casilda Rodrigañez Bustos,
afirman que con la intervención de la medicina, el parto medicalizado, se
produce una violenta ruptura de la simbiosis inicial de la vida,
por el modo en el que se separa al
recién nacido del cuerpo de la madre. Es
el llamado trauma de nacimiento, herida primaria, en el que se genera una impronta de por vida (life long impact), debido
a la toxicidad neuroquímica que las hormonas del estrés y del miedo impactan en un sistema neurológico en maduración. La endocrinología,
también explica los efectos patológicos de las descargas persistentes de las
hormonas del estrés y del miedo, en
términos de sumisión bioquímica. La “Falta Básica” en lo psíquico, concepto de
M. Balint, sumado al “life long impact”
en lo somático y teniendo en cuenta que
nacemos sólo con el 25 % del sistema neural formado, dejan a la criatura humana
en un estado de vulnerabilidad de por vida. Por supervivencia y
sobreadaptación, queda el humano en estado de
sumisión, indefensión y dependencia vincular. Un meta-déficit
estructural, en otros términos “angustia de separación”. Sentimientos/emociones como la soledad, el vacío, el miedo,
la ansiedad persistente, pasan a
ser cuasi-estructurales en la condición
humana, dejando la predisposición a todo tipo de dependencias, adicciones y la tendencia a los apegos.
Muchos autores han desplegado el concepto de apego,
y apego al dolor. Para aproximarme al
concepto de apego, hay que citar el trabajo fundacional de J. Bowlby sobre el
apego y la pérdida (Bowlby, psicoanalista inglés 1907-1990). Este autor explora los procesos a través de los cuales
se establecen los vínculos entre el niño y la madre. Abre un campo de investigación sobre los diferentes
tipos de apego, fundamentando que el ser humano necesita desarrollar un apego
seguro desde su infancia. Su trabajo de
investigación nos permite comprender la
necesidad más profunda del ser humano de arraigarse en sus vínculos, esos
anclajes de seguridad frente a la angustia de separación, desde el inicio de la
vida. Impronta que nos acompaña a los adultos, y desde la cual, todo un abanico de conductas y sentimientos,
están fundados en distintas formas de apego.
Es decir, que pasa a ser un tipo de funcionamiento
del psiquismo, de la identidad, de nuestra forma de percibir el mundo y de
relacionarnos. De este modo podemos comprender mejor, lo que llamamos “apego al
dolor”. La dificultad de soltar, dejar ir, de despedir, tiene su origen en que
fue un mecanismo constitutivo de la identidad desde el inicio de la vida.
Entonces desde esta perspectiva se comprende cómo vivimos desarrollando apegos,
y más apegos, a personas, a situaciones y
a objetos, cómo si eso fuera esencialmente constitutivo, y no lo es. Y
no lo podemos soltar, porque todo nutre nuestro sentimiento de orfandad, y
desamparo existencial, no siendo estructural en la condición humana, sino
producto de la intervención de la violencia obstétrica por el parto
medicalizado. Entonces vamos engordando
nuestra identidad, ego, y personalidad con todo tipo de apegos. Y luego nos
apegamos también al dolor.
También contamos con los aportes de las
neurociencias, que nos muestran como
viajan y se procesan las emociones en nuestro cerebro límbico y de éste al
neocortex. Nos muestran que se activan rutas, redes y circuitos neuronales, que
una vez que se fijan, se activan de manera automática. De modo que conforman
patrones de repetición. Patrones que se combinan con otros y se van
constituyendo engramas.
Enric Corbera en una de sus últimas obras, “El arte
de Desaprender” describe el concepto de engrama: “Engrama proviene del griego
“en” y de “gramma”: letra, escritura. El engrama es una marca orgánica sobre el
tejido nervioso causada por un estímulo ocurrido en el pasado del individuo que
será el soporte material de la memoria. Un engrama es una estructura de
interconexión neuronal estable. Las redes neuronales establecen sistemas
aferentes/eferentes inconscientes y mecánicos. El engrama pertenece a la mente
reactiva. Es la mente inconsciente donde se almacena todo el dolor, las
sensaciones, las palabras, los hechos, los lugares, los ruidos, etc. El engrama
puede contener redes neuronales de nuestros ancestros. “*
También
llamados “ circuitos parásitos”, porque nos traen una y otra vez la
repeticiones de patrones de dolor físico y emocional, que pueden ser de esta
vida, de nuestros padres y de nuestros ancestros. Los engramas se repiten como automatismos
biológicos, creando vías sintomáticas privilegiadas. Se crean circuitos
neuroquímicos del sufrimiento, que detonan , se disparan frente al menor
estímulo.
Sabemos
por experiencia que la mujer no pide ayuda en el momento de la pérdida, cómo decíamos anteriormente, porque son
duelos desautorizados y porque son circuitos adictivos neuroquímicos. Pero además fundamentalmente porque en muchos
casos, quedan ligadas a su padecimiento.
Donde justamente se” acompañan” de su dolor. Es decir, es un modo disfrazado de su apego
al ser querido. Se “apegan” a su dolor,
que les representa ese ser que ya no está.
Esta es una resolución muy frecuente de los
duelos en general. Cuando hay cierto grado de conciencia y se pide ayuda, al
poco tiempo, se observa la aparición
de resistencias, de modo que interrumpen
el acompañamiento de sus procesos de duelo. Mientras se nos permita trabajar, nuestra labor será investigar en los “apegos”
y en los “engramas”. Como así también en su fantasmática o imaginario inconsciente,
ya que desde la lógica del pensamiento mágico animista del inconsciente, dejar de sufrir, puede implicar “dejar de
amar” . Algo así como dejar de sufrir se puede convertir en sinónimo de retirar
el amor por el ser querido.
En
otros casos, la pérdida en si misma
queda desdibujada por lo traumático de las situaciones que se vivieron en torno
a dicha experiencia. Es muy frecuente
que una mujer se resista a trabajar una pérdida gestacional para no recordar
los sucesos ligados a ella, que en sí mismos pueden haber sido más dolorosos
que la pérdida de esa gestación. Esto tiene que ver con desenlaces de
violencia, rupturas de parejas, secuencia de pérdidas mayores. Mujeres que
confiesan, que fue mayor el dolor de todo lo que rodeó a la pérdida, que la
pérdida en si misma. Todos los sucesos y los acontecimientos que rodean ese
momento, están asociados a un encadenamiento de secuencias subjetivadas como
catastróficas. Todo lo cual va a quedar en el olvido de la represión.
Apegos,
engramas, formaciones del inconsciente, son conceptos que se articulan entre
sí, se auto-implican. Es decir son distintos niveles de descripción, apego
(psico-social), engrama(biológico), formaciones del
inconciente(psicoanalítico). Una síntesis de estos niveles de descripción, son
los programas. Este tipo de programaciones son formas de mostrar un mismo funcionamiento, que en otras épocas
se ha llamado melancolía, y en algunos
casos masoquismo, o nudo masoquista de la personalidad.
Desde este
punto de vista, sufrimiento se convierte
en directamente proporcional al amor,
entonces cuánto más sufro es porque más lo he amado. Desde la culpa, también se explica el patrón
de “apego al dolor”: es “ tanto, tanto, tanto
lo que sufro por este hijo”, que entrego mi sufrimiento como una “ofrenda”. Cómo reparando, lo que supuestamente no hice,
o hice mal. Dentro de esta cultura sacrificial,
voy a redimir lo que haya que
redimir. “ Más sufro, más demuestro que fui y
que soy una buena madre. Y sufro
también como un autocastigo, porque no he sido lo buena que hubiera podido ser.
Si dejo de pensar en él, entonces he de abandonarlo…”
En resumen,
son las ecuaciones recurrentes
en los casos de duelo, a través de mi experiencia clínica de tantos
años. Que develan este concepto, del
sufrir como un aspecto inherente y central del amor. Y como forma de demostrar
el amor, de seguir acompañándonos y de
seguir siendo leal al ser querido.
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