lunes, 18 de junio de 2018


Con la media sanción en cámara de diputados, a mitad de camino de encontrar un marco de regulación legal, me detengo a revisar lo que estoy sintiendo en este momento.

Luego de la euforia, me viene una tristeza muy profunda por la polarización de la sociedad… Siento que detrás de esta cuestión que se está debatiendo, no se comprende todavía de que se trata la problemática más profunda…

Seguimos todavía en la dualidad de buenos y malos, inocentes y culpables, vida y muerte, provida y pro… , dos vidas/una vida…, etc.

Mi historia es un testimonio de la huella tremenda que dejan los abortos de una madre en el resto de los hijos. Para los que me conocen y los que no, yo escribí un libro que según tengo entendido es el primer libro en Argentina acerca del duelo gestacional y perinatal, donde he recogido historias, testimonios, relatos de mujeres, no sólo de Argentina sino de distintos países de Latinoamérica y España.

Historias de dolor muy profundo, de madres que han transitado estos procesos, muchas a lo largo de su vida han sufrido las dos experiencias, tanto la interrupción voluntaria como las espontáneas, todas son gestaciones de corta vida en el vientre materno. Todas atravesadas por un dolor muy profundo, sus matrices desgarradas de dolor.

Ese dolor es el que se nos abre ahora y el que debemos atender, dar lugar, respetar, contener, comprender… Y las condiciones de vida de esa mujer, donde ese dolor puede ser acompañado o amplificado a la tragedia cómo son la mayoría de los casos. Por lo cual hoy la muerte intrauterina y la supervivencia de la madre ya ha logrado ubicarse como una prioridad dentro del sistema sanitario responsabilidad del estado.

La tristeza profunda que siento es que cómo sociedad no hemos logrado salir de la polarización, ¿cómo puede ser que, entre las mismas mujeres, se despierte la calificación de “asesinas”, ¿qué es lo que no se está comprendiendo? Me agoté en todas las notas que fui subiendo y compartiendo en el blog y en las redes sociales, que no estoy a favor del aborto. Cómo vamos a estar a favor del aborto, es una especie de locura, sólo una mirada simplista, parcial, reductiva, tendenciosa y reactiva lo puede ver así.

Nadie puede estar a favor del aborto, como un método en si mismo para no ser madre. No va a devenir en una práctica "deportiva", ni se va a expandir, todo lo contrario. Está demostrado en los países del primer mundo donde gracias a la regulación legal, se ha reducido la tasa de mortalidad materna, y han bajado los abortos gracias a la educación, la prevención y el cambio de conciencia social.

Lo que se está tratando de regular, es una problemática mayor y más profunda desde todo punto de vista. Yo misma en mi libro, hablo de mi historia personal donde a partir de secretos familiares, soy una hija nacida entre abortos clandestinos. 

En ese sentido toda mi vida ha sido marcada por el dolor de mi madre, y me ha llevado toda una vida comprender su dolor, y mi búsqueda a través de tanto pedir ayuda, ha sido, la de dar un lugar a mis hermanos no nacidos, reconociéndolos, siendo los “excluidos” del sistema, para recién a partir de esta integración/inclusión, poder ocupar mi lugar dentro del sistema familiar. He vivido y crecido sintiendo que no tenía derecho a vivir, porque la vida era para “otro”, esos “otros” que no pudieron llegar a nacer…

Cada día tengo que trabajar para darme ese derecho a vivir, para tomar mi vida y todo eso marcado por las condiciones de mi nacimiento. Todo esto está escrito en el primer capítulo de mi libro.
Sabemos que una interrupción voluntaria o involuntaria, trae múltiples desórdenes, implicancias y compensaciones en el sistema familiar. Mi vida es testimonio de eso, recién a los 52 años donde pude reconocer y dar lugar a mis hermanos no nacidos, re-ordenando mi sistema, y sanando o contribuyendo a sanar no sólo mi historia, sino la de mi madre, mis abuelas, y las mujeres de mis linajes, y las generaciones por venir.

También con las mujeres que han llegado y siguen llegando a la consulta. Ya que soy terapeuta especializada en duelo, y una mujer que ha interrumpido una gestación también merece ayuda, y su proceso emocional posterior merece un acompañamiento.

Yo les pido fervientemente a los que desarrollan las posturas tan extremas, que reflexionen en profundidad. Estamos todos a favor de la vida y de las dos vidas, pero también estamos en defensa de las madres más vulnerables, más jóvenes en condición de pobreza, para que reciban el respeto y la protección que sólo el estado puede darles. Y estamos a favor también de desmantelar la mafia del mercado clandestino. Estamos a favor absolutamente de la educación sexual integral, dentro de lo cual está prevista la educación en métodos anticonceptivos.

"Una conciencia colectiva de inclusión, de integración, de protección y de respeto a la vida".

Dejémonos de pelear, por favor, no nos hace bien, nos hace sentir enemigos, y no lo somos, perdemos fuerza, cómo dice Bert Hellinger, que creer que uno tiene la razón, que uno tiene la verdad, creer esto es el principio de la violencia, lo que ha llevado a las guerras en la historia de la humanidad.
Este es un tema de las mujeres, nosotras que conocemos del amor materno, que es el amor incondicional, no repitamos aquello de lo cual tanto resentimos, que es la violencia del masculino en el patriarcado.

Podemos pensar diferente, pero no hagamos más extremismos, privilegiemos lo que tenemos en común más que las diferencias. Los seres humanos tenemos semejanzas y diferencias, hagamos pie en las semejanzas. En las mujeres las semejanzas son profundas, este es un dolor femenino. Nuestras matrices nos piden una reparación histórica de tanta devastación, seamos nosotras las que logremos unirnos en las diferencias. Por favor, gracias.

María Andrea García Medina.



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